El buen whisky, como la música, inspira, provoca emociones, evoca recuerdos y constituye un lenguaje universal. De hecho, el escritor Andrés Amorós, considera que “hay que habituarse a la música clásica como al whisky”. Detrás de la producción de cada botella existe un compendio de elementos sensoriales, geográficos e históricos que percibirá el comensal cuando disfrute del trago.
Retomando la analogía musical, así como hay canciones de distintos géneros, cuyas notas se adaptan a cada personalidad y ocasión, también en el mundo escoses hay diferentes tipos de este destilado. El whisky de malta, que se elabora a partir de la cebada, el whisky de grano, que proviene del trigo y el whisky blended, es decir, mezclado, que resulta de la combinación de ambos ingredientes.
¿Te gustaría saber cómo se elabora el whisky de malta? En Celiveca te contamos algunos secretos de este destilado:
Después de la germinación de las semillas de cebada, éstas se esparcen cuidadosamente en agua de manantial. La calidad del agua es fundamental, porque ella influirá en el sabor del destilado. Doce días después del malteado, las semillas deben secarse y, para ello, se utiliza un horno con sustrato de turba (un material orgánico hecho a base de elementos vegetales y rico en carbono).
Posteriormente las semillas secas se muelen y mezclan con agua. De este proceso surgirá un producto conocido como “mosto”, al que los escoceses llaman “wort”, que no es más que un líquido que concentra los azúcares, que luego se convertirán en alcohol.
Durante el proceso de fermentación el mosto se remueve, durante horas, con lúpulo en baldes de madera, dando como resultado el alcohol. ¡Ya estamos cerca de obtener el néctar de los dioses!
Para la destilación del whisky se utilizan alambiques elaborados de cobre. ¿Sabías que ese material remueve los componentes sulfurosos del alcohol? Dicho esto, la destilación –inventada por los árabes en la edad media- consistirá en un proceso de calentamiento, evaporación, enfriamiento y condensación, que darán como resultado una mezcolanza concentrada.
El paso final, antes del embotellamiento, es el añejamiento, un procedimiento que se hace en barricas de roble o jerez. De hecho, en Escocia hay cuatro barricas envejeciendo whisky por cada habitante. Además, como dato interesante, debes saber que, en el caso del whisky estadounidense, las barricas solo pueden ser usadas una vez.
El añejamiento, probablemente, es el proceso más intenso y revelador, porque las propiedades de la barrica danzan, se mezclan, rozan y penetran de forma sublime, con el alcohol durante décadas para dar como resultado el whisky que te sirves en casa.
Por Elvianys Díaz